La
neurona que me queda está planteándose, muy seriamente, abandonar mi cerebro a
finales del mes de Agosto. Ya no me aguanta. ¡Una lástima! Nos habíamos cogido
cariño.
Dice
que protesto por todo, que me estoy convirtiendo en un viejo gruñón, que
descuido mi físico, que no la dejo dormir con mis ronquidos, que paso de
todo... En definitiva que se va sin cumplir los diez lustro junto a mí.
Será
ingrata, pues ella también tiene ataques de vieja cascarrabias, y ha descuidado
su química, y provoca mi insomnio, con sus constantes movimientos por los
hemisferios cerebrales.
A
mí me causará mucha pena, la verdad es que he tenido suerte, todas salieron
despavoridas, aquél maldito verano de hace veinte años. Todas, menos ella, que
me devolvió la ilusión por vivir.
No
quiero que parezca una amenaza, ni un chantaje emocional, pero la vida sin tus
terminaciones nerviosas, no tendrá sentido. Y cuando te marches yo me marcharé,
también, para siempre.
Espero
que olvides, lo antes posible, la idea de abandonarme, además, ¿a qué cerebro vas a ir, que estés
peor que aquí?
Neurona, yo también te quiero...