La
poesía corre el riesgo de convertirse en una lectura cursi, aburrida, pesada…
Pero, igual que cualquier otro género literario, solo que más corto.
Mi
poesía es triste porque mediante los versos expulso la tristeza. Habitualmente,
escribo poemas como terapia del desánimo y del pesimismo. Lo suelto y me quedo
como nuevo. En los momentos alegres y divertidos no se me pasa por la cabeza
escribir poemas, sino vivir intensamente ese instante.
Este
es el motivo de la angustia, desencanto y abatimiento de mis versos. Egoístamente
no pienso en el estado de ánimo del lector.Yo no me considero poeta, simplemente rimador de sentimientos, de versos y estrofas librecasílabas.
A modo de excepción, ahí van unos versos divertidos, a los que puse música y vídeo.
¡Qué contento, qué feliz,
yo me baño to los años,
en la Malagueta Beach!
Hola, ola. Como mola,
beberse una coca cola,
fresquita en el rompeolas.
Vaya, vaya,
las marujas se apretujan
alrededor de mi toalla.
Vaya, vaya...
¡Qué modernas, no pué se!
A esta playa ya han llegao
las tías con el topless...
Aunque alguna se parezca
al monstruo del Lago Ness.
¿Qué hora es? Las diez han pasao.
Pues ya es la hora del desnatao.
¿Qué hora es? Son la una.
Pon la mesa y la aceituna.
¡Espera! Ozú que pesa,
voy a sacar de la nevera
un botellón de cerveza.
¿Qué hora son? Son las dos.
La hora de irse.
Venga niño, corre nena,
a quitarse ya la arena.
Me parece que
ya hemos perdío el trece.
¡Atención! Espera una mijilla.
Una periquita paseando por la orilla.
Bomboncito nuevo,
todos los abuelos
van girando el cuello.
Qué te estaba yo diciendo.
Ah sí, atención
cuidado con los cortes
de digestión.
¡Qué contento, qué feliz,
yo me baño to los años,
en la Malagueta Beach!